¡Buenas tardes a tod@s!
Sé que hace mucho que no
actualizo, a pesar de que no han faltado razones para hacerlo durante mi
ausencia. Hay noticias que os iré comunicando en breve.
Pero volviendo al tema que nos
ocupa ahora mismo, aquí os dejo una entrada que ya intenté publicar hace más de
un mes, creo, pero que problemas de conexión me hciieron tener que repetirla
una y otra vez (por no acordarme de copiar el texto antes de publicar) hasta
que acabé harto hasta decir basta, y decidí dejarlo para otro día. Pues bien,
hoy es otro día, y ahí va:
Durante el mes de Julio
impartí el taller de cómics en Acadèmia L’Estudi, que en un principio estuvo
pensado para adolescentes, jóvenes y adultos, pero al final, mis alumnos fueron
niñ@s y preadolescentes, que iban de los 9 a los 12 (si no me falla la
memoria).
El taller comenzó flojo con
solo dos alumnos (Pol y Eli). En la segunda
clase fueron 3 (con la incorporación de Eduard), y en la cuarta se unió
la última alumna, Natalia.
Los primeros días los
centramos en dar nociones básicas del lenguaje del cómic, estilos, ejemplos de
narrativa,… Con ejercicios sobre tipos de bocadillos, formas correctas e
incorrectas de ordenar las viñetas en una página, etc.
Hicimos también un ejercicio
en el cual yo improvisaba, viñeta por viñeta, un guión de una página en la
pizarra, y ell@s, tras haber creado sus propios personajes para protagonizar
dicho guión, tuvieron que dibujar su propia interpretación.
Todo este tipo de cosas conformaron
la primera parte del taller, y la segunda se centró en realizar su propia obra.
Como siempre que hago talleres, intento orientarlo de modo que los cómics les
puedan servir después para presentarse a concursos por extensión, temática. Valores,
etc. Así, les propuse algunos temas que veía más susceptibles de ser bien
vistos en concursos, como la contaminación, el reciclaje, el cuidado a los
ancianos, o la paz, en contraposición de peleas apocalípticas que pretendían
hacer algunos… Je, je.
Una vez eligieron su tema,
tuvieron que escribir en casa un guión de 4 páginas (máximo), diseñar los
personajes, y abocetar el cómic en Din A-4 y en sucio. Cuando todo esto estuvo
hecho, vino lo más difícil para ell@s: Pasar al formato Din A-3, donde tuvieron
que hacer márgenes y viñetas con regla, escuadra y cartabón, dibujarlo todo más grande y lo más limpio posible, y
por último, entintarlo a base de bolígrafos de tinta líquida y rotuladores. Los textos pasaron bajo mi supervisión, para
intentar, como buenamente pude, reducir el número de faltas ortográficas, y
cuando tuvieron el texto definitivo, lo transcribieron. Hay quien hasta consiguió
colorear su obra.
Cierto es que los cómics de Eduard y Natalia quedaron
incompletos, pero no se os escapará la lógica de que también fueron los últimos
en empezar.
A continuación os enseñaré y
comentaré brevemente los resultados del taller (En todos los casos, las páginas
superiores son el acabado final, y las inferiores, el proceso):
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Cómic de Pol |
En el cómic d Pol, dos
ancianos jugaban un torneo de ajedrez en el parque Sant Jordi (Reus), y el
ganador, con el dinero del premio (un pastón, por cierto) decide construir un
laboratorio en el que investiga para curar a un murciélago enfermo. Éste acaba
mutando y tomando una forma monstruosa e intimidante, sin embargo, es un
espécimen bueno e interesado por el reciclaje. De la obra de Pol destacan
ciertos recursos, como su intento por experimentar con las viñetas poligonales,
más allá del simple rectángulo horizontal y vertical; y también ese recurso
narrativo de contar una escena a base de repeticiones del mismo plano con
pequeñas variaciones, tan comunes entre estilos tan dispares como la historieta
humorística y Watchmen (de Alan Moore
y Dave Gibbons). Me detengo en este punto porque es un recurso que, quizá sea
instintivo, pero a mí me encanta.
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Cómic de Eli |
Eli ha optado por un formato
mucho más sencillo, tanto por la ausencia de fondos como por las formas o el
color. En él, un anciano y su nieto se preguntan el porqué de la contaminación,
y de que la gente no recicle más. Un mensaje simple, directo, sin más
complicaciones. Quizá a muchos, sus personajes os suenen familiares, pero fue tarea
imposible hacerle recular.
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Cómic de Eduard |
La obra de Eduard quedó
inconclusa, y es que, además de haberse incorporado tarde, su guión fue cambiando
y evolucionando sobre la marcha. Me llamó muchísimo la atención su facilidad
para diseñar personajes estrambóticos, recargados, originales (a veces con
claras influencias), y monstruosos, sin dejar de ser caricaturescos, limpios,
ordenados y con un toque muy de dibujo animado. Tiene además mucha paciencia,
como podéis comprobar en viñetas como la 6ª de la primera página y la 1ª de la
segunda, con esos fondos a medio camino entre plano de ciudad, estampados mayas
y laberinto (hace un rato, sin ir más lejos, he visto un estampado muy parecido
en una viñeta del venerado George Pérez, en su etapa en los Vengadores junto a
Kurt Busiek). Sobre la historia, solo puedo recordar ahora mismo que incluía
posesiones de genios todopoderosos, peleas de titanes y transformaciones
monstruosas. Y creo que algo de reciclaje.
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Cómic de Natalia |
Y por último, Natalia. Creo
que era la mayor del grupo, y mostró mucho interés. En su historia, una anciana
obtiene superpoderes capaces de hacerle parar un camión, se interesa por el
medio ambiente y por el reciclaje, el alcalde, que la ve, le da (si no me
equivoco) la llave de la ciudad, y por último, la entrevista para la
televisión. Una historia muy completa para sus 3 páginas de extensión. Natalia
demostró ser muy meticulosa y detallista, con una gran paciencia en cada punto
del proceso. Ya su guión estaba bien estructurado, limpio, separado por
viñetas,… Y se esforzó mucho en los fondos. Para las caras, además, llevaba a
cabo siempre las pautas que les mostré para dibujar una cara manga. Y su
limpieza en el trazo del lápiz, y la paciencia con que lo entintó, hicieron que
no hubiera diferencia alguna entre un proceso y otro. Como le dije, espero que
siga interesada por el cómic, porque cuando sea mayor la llamaré para que me
entinte a mí, jeje.
En fin, fue un mes intenso,
con dos clases de 2 horas cada una a la semana, y además conseguimos el
principal objetivo, que era que hicieran su propio cómic (cierto que Eduard y
Natalia no lo terminaron, pero se quedaron a bien poco). Espero que les haya servido
la experiencia, y hayan aprendido tanto como yo. Quién sabe, quizá ganen algún
concurso con estas obras.
De cualquier manera, les doy
las gracias por asistir al taller y les deseo la mayor suerte del mundo!
¡QUE OS APROVECHE!